jueves, 24 de septiembre de 2009


La Revolución del Arte en la Revolución de México

"La forma más alta, más lógica, más pura y fuerte de la pintura, es la mural. Es también la forma más desinteresada, ya que no puede ser convertida en objeto de lucro personal; no puede ser escondida para beneficio de unos cuanto privilegiados. Es para el pueblo, es para todos."

De la gran triada – Orozco, Rivera, Siqueiros – que ha presidido la renovación de la pintura mexicana, surgida en 1922 al calor de la Revolución, Orozco es acaso quien supo ver con más claridad la orientación exacta que debía darse a aquel arte de trascendencia social.

Diego Rivera, el más culto y formado de aquellos pintores, procedió en aquella tarea con un método que llevó a tratar sus temas derivándolos frecuentemente hacia la evocación anecdótica o histórica, con alusiones en las que la ternura y sarcasmo se mezclan, para dotar a sus murales de la eficacia didáctica perseguida.

Diego Rivera: La noche de los pobres

Siqueiros, el más revolucionario de los tres (y el de tendencia artística más avanzada) prefirió emplear su estilo que exalta particularmente los valores gesticulantes de la expresión.


David Siqueiros: Los revolucionarios.

Orozco, en aquella actitud de rebeldía, mostrose innovador sin creer necesario insistir en una irreverente negación al arte anterior. “No es necesario hablar de la tradición –son sus palabras-. Ciertamente, hemos de ponernos en fila y aprender nuestra lección de los maestros. Si hay otro camino, no ha sido aún descubierto.” Y añadía: “Pero estamos orgullosos de decir, ahora: Esto no es imitación; éste es nuestro propio esfuerzo, hasta el límite de nuestras fuerzas y experiencia, con toda sinceridad y espontaneidad.”


José Clemente Orozco (Zaplatán, Jalisco, 1883 – Ciudad de México, 1949): La trinidad: campesino, obrero y soldado (fresco mural en la Escuela Nacional Preparatoria México D.F.).

Este fresco se pintó en 1923, un año después de que su autor pintara, en el mismo lugar, otro mural digno de ser considerado como una obra maestra: La trinchera.

José Clemente Orozco: La trinchera.


Extraído de Cien Obras Maestras de la Pintura. Salvat.

Enlaces relacionados

spin.com.mx/ilustrado/murales/introduccion. html

http://www.e-mexico.gob.mx/wb2/eMex/eMex_La_pintura_mural_mexicana





viernes, 18 de septiembre de 2009

RIUS EN LIMA

El 4 de setimbre, se realizó en la Universidad Nacional de San Marcos el Conversatorio Internacional de Humor Gráfico, con motivo de la celebración del 62 Aniversario de la Escuela de Comunicación Social, que tuvo como gran invitado al mexicano Eduardo del Rio, pionero de la historieta política, autor de más 100 obras y sobre todo, comunista. Eduardo del Rio, más conocido como Rius, estuvo en nuestra ciudad acompañado de artistas como el argentino Juan Matías Loiseau "Tute" y otros artisitas internacionales, con motivo del Salón Internacional del Humor, que este año tuvo como tema la protección de los bosques naturales.

A continuación compartimos con ustedes una entrevista a este notable artista.

Rius se define a sí mismo con tres palabras: socialista, ateo y vegetariano. No es extraño, entonces, oírlo confesar que, en el país del conservador presidente Calderón, de la Virgen de Guadalupe y de los tacos, sobrevivir en México sea para el celebrado humorista gráfico mexicano, un milagro. “Aunque no sé a quien atribuírselo. Necesitamos un dios para los ateos”, comenta risueño.

¿Las religiones tienen sentido del humor?

Ninguna. Y mira que yo no concibo a Jesucristo sin reírse. Los judíos tienen un sentido del humor increíble. Y lo que nos presentan de Jesús es la imagen de un tipo que no se reía jamás.

¿Es verdad que comenzó a dibujar trabajando en una funeraria?

Más bien acabé en una. Tuve varios trabajos después de salir del seminario: burócrata, encuadernador, vendedor de jabones de casa en casa… hasta que me afiancé en la funeraria Galloso. Y allí estuve trabajando seis años, operando el conmutador telefónico. Para matar el tiempo me ponía a llenar crucigramas y a dibujar muñequitos. Un día, un cliente me pidió el teléfono y mientras hablaba, me vio hacer unos dibujos. Cuando colgó, me dio su tarjeta y me dijo “si alguna vez se le ocurren algunos chistes, yo se los publico”. Era Francisco Patiño, director de la revista de humor “Ja ja”. Y allí empecé a hacer caricaturas…

¿Porqué abandonó el seminario?

Por descreído. Yo insistía en que me explicaran lo que la Iglesia llama los misterios. La Santísima Trinidad, el nacimiento de un niño sin que la madre dejara de ser virgen. Y no podían explicármelo. Me decían: “tú tienes que tener fe”. Pero yo insistía. Al final, me dijeron que no servía para cura. Me salí. ¡Así la Iglesia perdió a un gran cardenal! (ríe).

Luego abrazó una nueva fe: el marxismo.

Muchos consideran al marxismo como otra religión. Por eso dejé de ser comunista, porque ellos interpretaban el marxismo como un dogma religioso del que uno no podía apartarse.

Su primer libro fue “Cuba para principiantes”. ¿Qué sucedió para que, desencantado, publicara después “Lástima de Cuba”?

Eso habría que preguntárselo a Fidel Castro.¿Qué pasó? ¿Por qué todo lo que esperábamos de Cuba no se llevó a cabo? Llegó un momento en el que me sentí cómplice de todas las barbaridades que se cometían y decidí distanciarme. Ya no creo en Fidel Castro, es un hombre enfermo de poder. Un dictador que convirtió a Cuba en un desastre.

¿Hubo un momento decisivo para tomar esa decisión?

Fundé en Cuba junto con el caricaturista cubano René de la Nuez una bienal internacional para todos los caricaturistas y humoristas. Pero en el curso de las bienales, me fui dando cuenta de que había mucha corrupción entre escritores, caricaturistas, pintores. Se había establecido una serie de mafias. Yo no consideraba válido defender ese sistema. Escribí “Lástima de Cuba” para denunciar lo que estaba ocurriendo en la isla.

Es curioso que uno de sus libros más exitosos, “La panza es lo primero”, sobre buenos hábitos alimenticios, aparentemente no tenga nada que ver con la política…

En el fondo, está siempre la política. Acabo de hacer un libro “La obesidad al alcance de todos” y descubrí, en el curso de mis investigaciones, que el causante principal de la obesidad es el consumo de comida chatarra y de gaseosas. Curiosamente, En México, la Coca-Cola y la Pepsi fueron las empresas que financiaron la campaña del presidente Calderón. Nunca se acabará la obesidad mientras no se combata a las gaseosas. Una de las funciones de los gobernantes es proveer de salud al pueblo.