lunes, 14 de abril de 2014

EL COLOR NARANJA

El naranja ocupa un lugar secundario en nuestro pensamiento occidental. Primero pensamos en el rojo o en el amarillo antes que en el naranja.  Sin embargo, este color posee una fuerte carga de simbolismo en el mundo oriental, de donde es originario el fruto que le dio su nombre. Quizá por ese simbolismo, el "chino" Fujimori eligió el naranja como el color representativo de su partido. Leamos.



El color exótico
La naranja es originaria de la India; nareng se llama allí. De la India pasó a Arabia, donde se llamó narang. Luego, los cruzados la trajeron a Europa. Cuando empezaron a cultivarse naranjas en Francia, los franceses transformaron narang en orange -con lo que el nombre del fruto tomaba reflejos dorados, pues oro en francés es or.

El naranjo es un árbol extraordinario; puede tener a la vez flores y frutos, y por eso fue símbolo de fertilidad. Desde que las novias se casan de blanco, el azahar, la blanca, pequeña como perla, e intensamente aromática flor del naranjo es la preferida para las coronas y ramos nupciales.




El color de la diversión y de la sociabilidad
Color de la diversión, de la sociabilidad y de lo alegre; éste es el lado fuerte del naranja. El rojo y el amarillo separados contrastan demasiado entre sí para que puedan asociarse a la diversión en buena compañía, mientras que el naranja une y armoniza; sin él no hay diversión.

El naranja es complementario del azul. El azul es el color de lo espiritual, de la reflexión y la calma, y su polo opuesto, el naranja, representa las cualidades contrarias. Decía Van Gogh: "No hay naranja sin azul"; quería decir que el efecto del naranja es máximo cuando está rodeado de azul.  Cuanto más intenso es un azul, es más oscuro. Cuanto más intenso es el naranja, más brillante es.

Dioniso, el que los romanos llamaban Baco, es el dios de la fertilidad, de la embriaguez y del vino; en suma: el dios de las diversiones mundanas. Dioniso viste de color naranja. En el culto de Baco no había sacerdotes, sino sacerdotisas, las llamadas bacantes. Llevaban vestimentas anaranjadas y coronas de laurel, y festejaban en ebrio éxtasis a su dios.




Inadecuado, pero poco convencional
El naranja es el más inadecuado de todos los colores, y esto tiene su base en la experiencia: durante decenios ha sido el color típico de los plásticos. Al comenzar la era del plástico, hacia 1970, los fabricantes estaban orgullosos de sus materiales artificiales, y como no hay ningún material natural naranja, este color se convirtió en el color típico de todos los plásticos. Entre los objetos de plástico, desde cubos hasta exprimidores de limones, no faltaban los de color naranja, y algunos eran a menudo exclusivamente anaranjados. Desde los destornilladores hasta las batidoras, todos tenían mangos o asas naranjas. Pero había un inconveniente: los compradores no podían elegirlos de otros colores. Al principio, el naranja era el color de la vanguardia del diseño moderno, y con el tiempo ha pasado a ser el color identificador del diseño de ayer y de anteayer.

El fin de la era anaranjada no llegó porque se supo que el comprador deseaba ver otros colores, sino porque se demostró que los plásticos naranjas contienen colorantes muy tóxicos.

Como color de vestimenta, el naranja es de aquellos colores que, a diferencia del marrón o el gris, no se pueden llevar "naturalmente". No es un color que, como el negro o el blanco, se pueda llevar sin riesgo en todo momento y ocasión. Quien viste de naranja, quiere llamar la atención. Por eso es éste el color de lo frívolo o de lo original.



El color de la transformación y del budismo
En China, el amarillo es el color de la perfección, el color de todas las cualidades nobles; el rojo es el color de la felicidad y del poder; y el naranja no se limita a estar entre la perfección y la felicidad, sino que tiene un significado propio y fundamental: es el color de la transformación.

La idea de transformación constituye uno de los principios fundamentales del confucianismo, la antigua religión china. Es ésta una religión sin iglesias y sin sacerdotes, y su jefe supremo es el emperador. El poder terrenal y el poder espiritual están unidos, por lo que el confucianismo está orientado por igual hacia la vida en la tierra y hacia el más allá. Esta religión es fundamentalmente una filosofía de vida.

Todo ser se concibe como resultado de la acción recíproca del yang, el principio masculino y activo, y el yin, el principio femenino y pasivo. Yang y yin no son contrarios rígidos, sino que se transforman uno en otro, porque nada permanece siempre igual. Nadie vive por sí mismo, sino que reacciona ante los demás. Toda  transformación resulta de la acción recíproca de progreso y perseverancia y sólo la perseverancia lleva al progreso.

Ningún otro color simboliza mejor una transformación que el naranja. El amarillo y el rojo son opuestos, pero también están emparentados, se pertenecen, recíprocamente como el fuego y la luz, como los sentidos y el espíritu. A diferencia del cristianismo, el confucianismo no ve en los sentidos una fuerza enemiga del espíritu.

En la misma época de Confucio (551-479 a. C.) vivió Buda (560-480 a.C.). La religión monástica india no tardó en propagarse a China. Entre confucianos y budistas jamás hubo una guerra de religión. En el budismo, el naranja -el color azafrán- es el color de la iluminación, que según el pensamiento budista representa el grado supremo de perfección.

El naranja es, pues, el color simbólico del budismo. Anaranjadas son las túnicas de los monjes, hechas de una única pieza sin costuras que envuelve el cuerpo. Uno de los símbolos más importantes es el pez dorado, que simboliza la iluminación.

La razón más importante del gran aprecio que tienen en la India por el color naranja es que éste es el color de la piel de sus habitantes. Del mismo modo que los humanos de piel blanca idealizan el color blanco, aunque su piel no sea de un blanco radiante, los hindúes idealizan el color de su piel en el color del azafrán. En muchas pinturas hindúes se ven divinidades con la piel anaranjada. En todas las culturas los hombres presentan a los dioses a su imagen.



El color de los Orange y de los protestantes
El color nacional de los holandeses es el naranja. Es el color de su casa real: la casa de Orange - Oranje. Todavía por 1800 llamaban los alemanes a ese color Oraniengelb (amarillo de Orange).

La dinastía de los Orange era originaria de Orange, ciudad francesa de Provenza. Orange fue hasta el siglo XVIII un principado independiente, y los príncipes de Orange eran a la vez señores de los Países Bajos.

El más famoso de los Orange, el príncipe Guillermo I, organizó en 1568 la lucha de los holandeses contra los españoles, que habían ocupado el país. Guillermo I fue asesinado. Su familia prosiguió la guerra de liberación. Los Países Bajos no fueron liberados hasta 1648, bajo el gobierno de Guillermo II. El hijo de éste, Guillermo III, fue rey de Inglaterra e Irlanda tras el derrocamiento de los católicos Estuardo en 1689, con el nombre de Guillermo de Orange.

Como todos en su casa, Guillermo de Orange era protestante, y por eso se llamó a los protestantes en Inglaterra y en Irlanda orangemen. El naranja se convirtió así en el color de la lucha contra los católicos. El color de los católicos irlandeses era el verde, el color nacional de Irlanda, que no podía sino ser también el color de la religión tradicional del país.