domingo, 18 de noviembre de 2012

EL COLOR ROJO

En nuestra sociedad contemporánea, el que califiquen de "rojo" a alguien significa que lo consideran "comunista", y eso, en nuestra incultura actual, se ha equiparado erróneamente con "terrorista". Sin embargo, esto no ha sido siempre así. Tiempos hubo en que el rojo no fue el color emblemático de los comunistas, sino de la nobleza y de la Iglesia. Leamos y conozcamos algo más del color del fuego, de la pasión y de la revolución.



El rojo en los pueblos antiguos

Al principio fue el rojo. Es el primer color al que el hombre puso un nombre, la denominación cromática más antigua del mundo. Y es, probablemente, el primer color que los recién nacidos pueden ver.  El simbolismo del rojo está determinado por dos experiencias elementales: el fuego es rojo, y roja es también la sangre. En muchas lenguas, como la de los antiguos babilonios y la de los esquimales, "rojo" significa, en sentido literal, "como sangre".  Fuego y sangre tienen, en todas las culturas de todos los tiempos, un significado existencial. Por eso son sus símbolos universales y por todo el mundo conocidos, pues todo el mundo comprende vitalmente el significado del "rojo".

El efecto psicológico y simbólico de la sangre hace del rojo el color dominante en todos los sentimientos vitalmente positivos. El rojo, el más vigoroso de los colores, es el color de la fuerza, de la vida; como dice un refrán alemán, Heute rot, morgen tot (Hoy rojo, mañana muerto); y, en este mismo idioma, la antigua palabra blutjung ("joven de sangre" = muy joven) continúa utilizándose.

En muchas culturas, la sangre es la morada del alma. En todas las religiones primitivas eran comunes los sacrificios con derramamiento de sangre. Para contentar a los dioses se sacrificaban no sólo animales, sino también, y como la ofrenda más valiosa, la sangre joven de niños. La disposición al sacrificio del primitivo pueblo sueco era única: para evitar una catástrofe natural, una hambruna o una epidemia sacrificaban hasta a su propio rey.

En tiempos remotos se bañaba a los recién nacidos en sangre de animales especialmente vigorosos y a las parejas de novios se las rociaba con esta sangre para transferirles el vigor del animal.  Los gladiadores romanos bebían la sangre de las heridas de sus adversarios moribundos para recibir su fuerza. Los griegos vertían sangre en las tumbas para que los muertos tuvieran fuerzas en el más allá.  Y la tradición alemana cuenta cómo Sigfrido se bañó en la sangre del dragón e hizo su cuerpo invulnerable, excepto en un lugar secreto.

A la sangre humana fresca se le atribuían efectos milagrosos, como la curación de enfermedades graves. La sangre de criminales ajusticiados era un remedio muy solicitado. Según la leyenda bíblica, un faraón de Egipto exigió la sangre de 150 niños judíos para beberla y curarse así la lepra. Los judíos huyeron de Egipto.




Rojo: ¿masculino o femenino?

El rojo es un color masculino, y esto se muestra en muchos significados. Goethe los llamó el "rey de los colores". El rojo masculino es el color de la fuerza, la actividad y la agresividad. Es el polo opuesto al pasivo, suave azul y al inocente blanco. El fuego es masculino, el agua femenina. Rojo es el color de Cristo, azul el de María. También en China es el rojo uno de los colores masculinos; los femeninos son allí el blanco y el negro.

En todas las lenguas hay nombres de varón que significan "rojo". En latín tenemos Rufus, y en Inglaterra y en Estados Unidos Roy es un nombre muy común, cuya proximidad a royal a nadie se le escapa -con lo que tenemos "rojo real".  El nombre del popular Robin Hood es un nombre "rojo", derivado de Rubin, y Robinson significa "hijo de Robin". Adán significa "hecho de arcilla roja". La palabra germánica hroth significaba Ruhm (gloria, fama). Fonéticamente es muy parecida a rot (rojo), y corresponde al simbolismo de la sangre, pues hroth era la gloria del guerrero.  Esta palabra se encuentra en muchos nombres alemanes, como Ruprecht, Robert, Roger, Roland, Rüdiger, Rudolf, etc. En cambio, apenas hay nombres rojos de mujer. Escarlata y Ruby son dos nombres muy recientes. El nombre de Susanna o Susana es un nombre antiguo de origen hebreo-griego que, originariamente, era el nombre de una azucena roja.

Sin embargo, hay un rojo típicamente femenino: el rojo oscuro. En las religiones próximas a la naturaleza hay un simbolismo de la sangre relativo al sexo. El rojo masculino es el luminoso rojo sanguíneo de la carne, y el femenino es el rojo oscuro que simboliza la sangre de la menstruación.

También la Iglesia católica distingue los efectos de la sangre masculina y la sangre femenina. En la Eucaristía se bebe simbólicamente sangre, la sangre de Cristo, pero, por otro lado, algunos sacerdotes excluían a las mujeres menstruantes porque profanaban el altar.

El rojo claro y el rojo oscuro se complementan como los contrarios "masculino" y "femenino". El rojo claro simboliza el corazón, y el oscuro el vientre. El claro simboliza la actividad, mientras que el oscuro es un color quieto, uno de los colores de la noche.




El color de la nobleza y de los ricos

Antes, el color de un abrigo, de un vestido o de un traje no era una cuestión de gustos, sino un símbolo de estatus que inmediatamente mostraba  a todo el mundo quién era quien. Hasta la época de la Revolución Francesa hubo legislaciones en el vestir que establecían qué colores podían llevarse. Había colores, tejidos y prendas propios e impropios en cada estamento. Estas normas distinguían colores, tejidos, prendas para la alta y baja nobleza, el alto y bajo clero, los burgueses ricos, los burgueses pobres, los campesinos ricos, los campesinos pobres, los criados y los siervos, las viudas y los huérfanos sin fortuna, y los mendigos. Nadie podía vestir más lujosamente de lo que le correspondía según su clase social. La policía se incautaba de todo atuendo inadecuado a la clase a la que se pertenecía.

Durante siglos se consideraron hermosos solo los colores puros y luminosos. En consecuencia, los colores luminosos eran privilegio de las clases superiores. Tal era la norma: colores luminosos para los ricos, colores apagados para los pobres.

Carlomagno (742-814), que declaró su residencia en Aquisgrán, centro del Sacro Imperio Romano de la Nación Alemana, hizo pintar el palacio imperial y la catedral, donde estaba su trono, de brillante color rojo. No habría podido demostrar su poder sobre la Iglesia con más claridad: lo que era rojo, pertenecía al emperador.

La valoración de los colores puros y luminosos era indisociable de su precio. Cuanto más luminoso era un color, más caro, pues era difícil limpiar de impurezas los tintes naturales. El rojo era el color más caro en las tintorerías: la fabricación de los tintes era difícil, el teñido costoso, y los tintes e ingredientes necesarios para teñir de rojo había que importarlos. El verde era un color pequeñoburgués. El azul sólo era un color distinguido si era un luminoso azul celeste, siendo el azul oscuro el color común de las ropas sencillas de labor y de la vida cotidiana. Los pobres sólo podían vestir ropas sin teñir, es decir, pardas y grises.

La prenda de vestir típica de la edad media era una capa cortada a la manera de los trajes talares. Sólo los nobles podían tener esa capa de color rojo, que en su caso llegaba hasta el suelo y tenía pliegues en campana y anchas mangas. Las capas, o capotes, de las clases inferiores eran, en cambio, de colores apagados, tejidos baratos, largas sólo hasta las caderas y sin mangas.

Cuando la nobleza perdió su poder económico, perdió también el privilegio de la capa roja. En 1498, una disposición de la villa de Friburgo permitió llevar capa roja a los hombres de letras. En el periodo 1524-1525, en la Alemania sacudida por la llamada guerra de los Labradores, estos se rebelaron contra su explotación por la nobleza y exigían, entre otras cosas, el derecho a llevar capa roja -como signo de su revaloración social-. Pero un pequeño estrato de burgueses, los patricios, llegaron a ser, gracias al comercio, más ricos que los nobles. Y ellos no permitieron que se les reglamentara la vestimenta. Los patricios convirtieron el rojo en el color de los ricos. Quien podía vestir de rojo se casaba también de rojo. Hasta mediados del siglo XVIII, las patricias de Nuremberg se casaron de rojo, y sus novios vestían calzones rojos.

En la moda del siglo pasado, los colores luminosos casi han desaparecido de la ropa masculina. Y en la moda femenina dominan igualmente los colores apagados. Niños y adolescentes visten cada vez más como adultos. A un hombre del renacimiento le hubieran desagradado los colores atenuados de nuestra moda. Pero algo quedó del rojo de los nobles: aún hoy se desenrolla a la entrada de la ópera, de un teatro o de un hotel la "alfombra roja" para los reyes.



El rojo político

El rojo es el color más frecuente en las banderas. Las enseñas rojas se ven mejor. Pero hay otra razón, pues una enseña debe ser estable a la luz, y antiguamente pocos colores lo eran tanto como los rojos de granza y de quermes.

Las banderas rojas aparecen continuamente en la historia como banderas de guerra. En 1792, los jacobinos declararon la bandera roja, bandera de la libertad. En 1834, en el motín de los tejedores de seda de Lyon, la bandera roja de la libertad se convirtió en la bandera del movimiento obrero. En la Revolución Rusa de 1917, la bandera roja del movimiento obrero se convirtió en la bandera del socialismo y del comunismo.

El rojo es el color político del marxismo-leninismo, pues en ruso "rojo" es mucho más que un color. "Rojo" (krasnij) pertenece a la misma familia de palabras que "bello", "magnífico", "bueno" (krasivej). Los "rojos" eran los "buenos". Y el "ejército rojo" era el "glorioso ejército".

Según sus adversarios políticos, "los rojos" son también los socialdemócratas, los radicales de izquierda o los terroristas. La psicología lo sabe: cuanto más débil es la propia posición política y el propio color, más fuerte aparece el color del adversario político.

La reserva alemana ante las banderas rojas es también el recuerdo del régimen de Hitler. Hitler eligió deliberadamente el rojo como color de fondo de la bandera con la esvástica. Para establecer un partido de masas necesitaba las simpatías de los trabajadores: Hitler eligió el rojo por su referencia psicológica al movimiento obrero.


martes, 9 de octubre de 2012

AFICHES REVOLUCIONARIOS

Vacío, aburrimiento, 
anomia, desencanto,
insatisfacción, malestar, 
alienación, infelicidad,
egocentrismo, tristeza...
¿A dónde vamos?

Pues, de seguir así, a ningún lado... Y seguiremos dando vueltas y vueltas en lo mismo, consumiendo productos "buenos y maravillosos", buscando a esa pareja ideal por la que daremos todo todo todo, tomándonos fotos de nuestro mejor ángulo para colocarlo en nuestro muro del Face, mirándonos el ombligo una y otra vez... En fin, haciendo más de lo mismo que nos hizo y nos hará infelices... Mientras en el mundo, 847 millones de personas sufren hambre y no tienen tiempo ni espacio para ponerse a pensar en estos temas tan pero tan fundamentales que socavan nuestra anhelada felicidad...

Felizmente, el mundo no está formado solo de este ideario frívolo y perverso con el que el capitalismo ha conquistado la gran mayoría de nuestras mentes. Hay un lugar más satisfactorio, alegre, completo, generoso, grande, altruísta... Donde puedes encontrar amigos para toda la vida, hallar a los referentes que no encuentras en tu familia o en tu universidad, distraerte sin tener que recurrir a las mismas resobadas formas que TODO el mundo realiza, viajar sin descanso y experimentar grandes aventuras guerreras y de amor... Un mundo que, además, te dará una de las herramientas fundamentales para desenvolverte con éxito en el mundo de hoy.

Sí, ese mundo existe aquí en la Tierra. Descúbrelo...




















sábado, 7 de enero de 2012

Martín Chambi

Martín Chambi fue el primer fotógrafo mestizo de Latinoamérica. Es considerado una de las grandes figuras de la fotografía americana. Ha sido reconocido por sus fotos de alto valor social, histórico y étnico, a través de las cuales retrató fielmente a la sociedad de los Andes peruanos, principalmente de la sociedad cusqueña y puneña, desde la aristocracia hasta los mendigos.





Martín Chambi mostró en su fotografía una visión propia del indio: es el primero que “mira a su gente con ojos no colonizados”, como diría la fotógrafa argentina Sara Facio.

Respecto de la fotografía de Chambi nuestro premio Nobel Mario Vargas Llosa diría: “cuando se ponía detrás de una cámara se volvía un gigante, una verdadera fuerza inventora, recreadora de la vida.”

Martín Chambi nació un 5 de noviembre de 1891, en Coasa, Puno. Abandonó la primaria para ayudar económicamente a su familia, que sufría las consecuencias de la posguerra con Chile. Cuando Martín Chambi tenía 12 años, su padre Félix, empezó a trabajar en una empresa minera de ingleses en su natal Puno. Allí Martín Chambi vendía alcohol sin muchas ganancias. Fue en ese mismo lugar que tuvo su primer contacto con la fotografía, pues la minera contaba con fotógrafos para sus operaciones. Chambi sintió curiosidad por los grandes aparatos de los fotógrafos ingleses, los cuales podían producir imágenes en papel y vidrio. Luego comentaría a su padre su interés por aprender este oficio. Es así que a la edad de 17 años se traslada a Arequipa para aprenderlo, iniciándose como aprendiz de quien sería su gran maestro, el fotógrafo Max T. Vargas. De él aprendió el uso correcto de la luz y a tener un riguroso cuidado en la realización de la copia final para tener un resultado impecable.

En 1917 establecería su primer estudio fotográfico en Sicuani y, ese mismo año, haría su primera exposición fotográfica, la que ganaría el premio del archivo general de la ciudad. Luego se trasladó a Cusco, donde realizaría sus fotografías más conocidas. Chambi combinó el servicio regular de fotografía con la fotografía artística haciendo recorridos por lugares diversos del territorio que en ese entonces eran poco conocidos.





Muchos críticos aseguran que Chambi dividió su trabajo en dos grupos: el de índole comercial, que incluía los retratos por encargo, en estudio y exteriores y los grandes retratos grupales y el otro de carácter personal, que incluía su registro antropológico, básicamente retratos de la etnia andina, registros de tradicionales locales, así como sus numerosas vistas urbanas del Cusco y sus vistas de restos arqueológicos. Si bien esta parte de la obra es cuantitativamente menor, se distingue por haber sido realizada con notable persistencia y continuidad.

Chambi diría respecto de su trabajo: “Me siento un representante de la raza; ella habla en mis fotografías”. En 1925 Chambi obtiene la medalla de oro en la Exposición Internacional de Bolivia, en 1927 y 1935 en Lima, y en 1936 en Santiago de Chile. En 1938 inaugura su propia galería de arte en Cusco.

En su visita a Chile en 1936 diría: “He leído que en Chile se piensa que los Indios no tienen cultura, que son incivilizados, que son intelectual y artísticamente inferiores en comparación a los blancos y los Europeos. Más elocuente que mi opinión, en todo caso, son los testimonios gráficos. Es mi esperanza que un atestado imparcial y objetivo examinará esta evidencia.”

Se dice que Chambi tuvo un claro sentido práctico como profesional de la imagen. Esto lo indican especialistas en la materia como el cineasta José Carlos Huayhuaca, autor del libro "Martín Chambi, fotógrafo", quien sentencia que éste era un hombre "con los pies en la tierra". Esto no quieres decir que llegara al punto de hacer cosas por razones monetarias, pues de lo contrario se hubiese quedado en Arequipa, donde tenía más posibilidades que en el Cusco.

Una de las etapas de la vida de Chambi pocas veces mencionada en detalle ha sido su labor de reportero gráfico para el diario "La Crónica" y la revista "Variedades" (1920-1927), publicaciones peruanas que ilustraron muchas de sus páginas durante el oncenio de Augusto B. Leguía y Salcedo con fotografías realmente inéditas de Chambi, todas ellas nítidas y perfectamente concebidas.

Martín Chambi falleció en Cusco el 13 de setiembre de 1973, pero su obra fotográfica es hasta hoy motivo de innumerables investigaciones, recopilaciones, homenajes editoriales y hasta documentales fotográficos. Su obra consta de mas 30 000 negativos, conservados por sus deudos.

El investigador peruano Jorge Heredia asevera que la obra del fotógrafo ha sido revalorada desde fines de los años 70 del siglo pasado con resultados muy diversos, quizá tan heterogéneos como la naturaleza del mismo legado, cuya densidad, agrega, permite destacar cualquier punto de apoyo para todo tipo de presentación.

Bibliografía Tauro del Pino, A. (2001) Enciclopedia ilustrada del Perú. Tercera edición. Lima. PEISA. Nalvate, P. (2011). “Imágen y semejanza”, en Somos, 5 de noviembre 2011.