sábado, 26 de octubre de 2013

Georg Lukács: diario de una crisis

Estamos acostumbrados a pensar que hombres como Marx, Engels, Lenin, Mao, etc. no tuvieron vida interior. Los imaginamos sin emociones, casi unos ascetas, adultos desde que nacieron, y con todas las condiciones a su favor para crear lo que ahora se conoce como marxismo. Y este mito es difundido sutil y oportunistamente por la burguesía siguiendo la consigna china: "Mientras más alto esté, más estrepitosa será su caída". Así, se vuelve más fácil desautorizarlos, rebajarlos y atacarlos. No por sus ideas o acciones en función de la enorme lucha contra el capitalismo, sino por su "moral". Ejemplos: Marx adúltero (el supuesto hijo con la empleada), Mao aficionado a las nínfulas, Lenin adúltero, y todos los rumores sin mayor fundamento que difunde la burguesía en un claro ejemplo de falacia: "atacar al hombre" para desacreditar sus ideas.



Pero la verdad sobre los "padres" del marxismo y sobre todos aquellos grandes marxistas que contribuyeron y enriquecieron la teoría que sirve de guía a los explotados del mundo, es que fueron personas con dificultades iguales o mayores a las del común de los mortales, pero que desde muy jóvenes (22-25 años) se comprometieron y trabajaron sin descanso por la transformación del mundo injusto y depredador en el que vivimos. En esa tarea dejaron su sangre y esa misma tarea fue su aliciente para superar cualquier obstáculo que se les presentase.

Otra característica común en estos hombres y mujeres era que rechazaban tajantemente la frivolidad burguesa, ese estar pensando en "uno y sus circunstancias", ese individualismo absurdo que nos lleva a mirar todo a través de nuestro "particular" lente (me gusta, me beneficia, me hace brillar), ese estar reconcentrado en las relaciones interpersonales. Sí, estos señores y señoras se dieron cuenta desde muy temprano de uno de los mecanismos de control mental que utilizan los que dominan el mundo y se opusieron a él tenazmente, porque en la enorme lucha por transformar el mundo no se puede perder el tiempo en frivolidades ni en estar atacándonos unos a otros por ver quién figura más. No por gusto se ha dicho que el marxismo es una teoría de la voluntad. Efectivamente, esa voluntad para no aceptar el "destino manifiesto" del capitalismo y, más bien, luchar sin descanso por un mundo justo y sin clases.

Ahora bien, recientemente se ha traducido a nuestro idioma un diario de juventud de Georg Lukács, donde plasma una época de crisis existencial a partir de las muertes de sus grandes amigos Irma Siedler y Leo Popper. Al momento de escribirlo, Lukács tenía 26 años y fue, para él, una etapa de vitales definiciones: en el plano filosófico, estético, ideológico y moral. No fue para nada el típico diario centrado en el yo y sus particulares vivencias y desasosiegos. 

Vale la pena leerlo para comprender que entre esos grandes  hombres y nosotros solo median ocho letras: VOLUNTAD.

Comentario al artículo aparecido en el diario El País: 
Georg Lukács, diario de una crisis 
http://elpais.com/diario/1991/08/12/cultura/681948001_850215.html