sábado, 2 de marzo de 2013

EL COLOR AMARILLO

En nuestra cultura el amarillo es considerado el color de la amistad, y en el mundo del diseño gráfico es un color muy apreciado al momento de elaborar afiches eficaces. Pero el amarillo también tiene varios significados, y muchas veces opuestos, si es que hablamos de política, medicina, moda, etc. Conozcamos más sobre este color.




El color de la diversión, la amabilidad y el optimismo

Nuestra experiencia elemental del amarillo es el Sol. Esta experiencia encuentra siempre una generalización simbólica: como color del Sol, el amarillo serena y anima. Los optimistas tienen un ánimo radiante, y el amarillo es su color. El amarillo irradia, sonríe, es el color principal de la amabilidad. El amarillo es divertido, es radiante como una amplia sonrisa.

Para que el amarillo resulte amable, necesita siempre el naranja y el rojo a su lado. Amarillo-naranja-rojo es la tríada típica de lo entretenido y de todo lo que se le asocia; es el acorde cromático del gozo de vivir, de la actividad, de la energía y de la voz alta.




El color de la envidia, los celos y la mentira

En el amarillo dominan las asociaciones negativas. El amarillo malo no es el del Sol ni el del oro; es el amarillo pálido con una pizca de verde, el apestoso del azufre. El amarillo es el color de todo lo que disgusta. La envidia es amarilla -la envidia es el disgusto por los bienes ajenos. Y amarillo es el color de los celos -el disgusto por la existencia de otros. También la avaricia es amarilla.

En el simbolismo de los colores, el negro es el color de los pecados, de las malas cualidades. El amarillo puro, el color de la iluminación, combinado con el negro, se convierte en símbolo de la impureza. El amarillo del entendimiento se enturbia y se convierte en el color de la falta de entendimiento.

Junto al gris, el amarillo se torna en color de la inseguridad. El gris parece inseguro porque no es ni blanco ni negro, y el amarillo parece inseguro porque otros colores influyen rápidamente en él. La más leve mezcla de otro color destruye el amarillo, lo transforma de manera irrecuperable en marrón, naranja o verde.

En inglés, yellow significa también "cobarde". A la risa falsa la llaman los frances "risa amarilla". Y en Francia y Rusia, "una casa amarilla" (maison jaune/zeltyi dom) es un manicomio.






 El efecto óptimo en la escritura del color

La escritura negra sobre fondo amarillo es la que mejor se lee desde lejos. Por eso, las señales de tráfico cuyo cumplimiento es fundamental consisten en letras o símbolos negros sobre fondo amarillo. Reglas para el diseño de señales con visibilidad óptima desde lejos:
1. El color del fondo debe contrastar al máximo con el entorno. En un desierto de arena, el verde sería mejor color para el fondo que el amarillo.
2. Los colores de la señal deben contrastar al máximo unos con otros en términos de claridad y oscuridad. Como el amarillo es más claro que el rojo, es más apropiado como color de fondo. Sobre un fondo claro es mejor que las letras sean negras. Y sobre un fondo oscuro las letras blancas ofrecen el contraste óptimo.
3. El color más claro debe ser el del fondo. Y el color más oscuro, el de las letras. Lo inverso produce una impresión de vibración de las letras que dificulta la lectura.
4. Un color vivo debe combinarse con negro o con blanco, pues entre los colores vivos hay resplandores mutuos, y hacen que la imagen carezca de nitidez. Son especialmente desaconsejables las combinaciones de colores de igual intensidad, como rojo-verde, y aún más desaconsejables las combinaciones de colores igual de claros, como azul-verde.




Manchas amarillas de la deshonra para prostitutas, madres solteras y judíos

En la Edad Media, el amarillo era el color que identificaba a los proscritos de la sociedad. Una ordenanza de Hamburgo de 1445 obligaba a las prostitutas a ponerse un pañuelo amarillo en la cabeza, y una ley de Leipzig de 1506, a llevar un mantón amarillo; y en Meran debían usar calzado con cordones amarillos. También las madres solteras debían mostrar su deshonra mediante el color amarillo, como en Friburgo, donde debían llevar un gorro amarillo. A los herejes se les colgaba a la hora de su ejecución una cruz amarilla. Quien tenía deudas, debía coser a su ropa un disco amarillo. Estas prendas y trozos de tela amarilla eran las "manchas de la deshonra".

Los judíos fueron especialmente discriminados. Desde el siglo XII se vieron obligados a llevar sombreros amarillos. Estos sombreros eran altos y cónicos, a veces curvados como un cuerno. También debían prender a sus ropas aros amarillos. A veces estos aros eran de latón, pero en la mayoría de lso casos eran de tela e iban cosidos. Martín Lutero escribió que "a los mendigos y a los judíos se les reconoce por sus aros amarillos".

La prescripción del amarillo a los judíos por parte de los cristianos tenía un sentido discriminatorio aún más profundo: en las tradiciones judías y cristiana, el amarillo estaba prohibido en la liturgia. La Iglesia católica estableció esta prohibición en el siglo XIX: las vestiduras de los sacerdotes podían estar bordadas de oro, pero no de amarillo.

El amarillo se convirtió en el color de los proscritos porque los que tenían que llevar un distintivo amarillo no podían ocultarlo: se ve incluso en la oscuridad.

El amarillo nunca fue un color aceptable para las vestimentas. El azafrán era demasiado caro para teñirlas, y todos los demás tintes amarillos no daban un color de una luminosidad duradera.

Cuando desaparecieron las leyes sobre el uso de los colores en los atuendos, el amarillo continuó siendo un color poco aceptado. Cuando el color natural de los tejidos sin teñir era grisáceo-pardusco, el amarillo luminoso sólo podía consegurise con a seda, pues en todos los demás tejidos, los tintes daban un amarillo sucio y escaso.

En la actualidad, el amarillo solo se ve con frecuencia en las ropas informales veraniegas. Solo cuando luce el sol parece adecuado el amarillo. En la moda elegante, el amarillo aparece en todos los casos en brillantes de seda y satén como oro textil. Un vestido amarillo de terciopelo noble, pero mate, es excepcional.

En el mundo de la moda, el amarillo se considera un color que no agrada de verdad fuera de algún breve flirt, de alguna locura pasajera de la moda.




El amarillo masculino e imperial de China

Color de la felicidad, color de la gloria, color de la sabiduría, color de la armonía, color de la cultura, todo esto es el amarillo en Asia.

Cada raza se ve a sí misma como la coronación de la Creación. Los blancos idealizan el blanco, y para los asiáticos el amarillo es el más bello de los colores.

Los chinos ven en el amarilo la fuerza natural dispensadora de vida. El norte de China se cubre constantemente de polvo amarillo del desierto de Gobi, un polvo soluble muy beneficioso para las tierras de labor. El Huang He, o río Amarillo, es amarillo por la gran cantidad de limo que arrastra.

China se ha autodenominado desde siempre el "Imperio del Medio", siendo la residencia del emperador el centro del mundo. El color de la majestad imperial era el amarillo. Y hay una figura legendaria, el "emperador amarillo" Huang-ti, venerado como dios, que dio a los hombres la cultura.




El amarillo político: el color de los traidores

Como color político, el amarillo tiene para nosotros en todos los casos un carácter negativo. Nunca ha habido un partido cuyos miembros se llamaran "los amarillos". Porque en el sentido político, el amarillo es el color de los traidores.

El amarillo como color de los traidores tiene una antigua tradición: Judas Iscariote, el que traicionó a Jesús, aparece frecuentemente representado con túnica de color amarillo pálido.

En la España del siglo XVI, época de la Inquisición, los herejes, es decir, todos aquellos que no habían obedecido hasta la autorrenuncia los mandatos de la Iglesia católica, comparecían ante los tribunales de la Inquisición con un capote amarillo.

En Alemania, en Francia y en España había "sindicatos amarillos", pero sólo sus adversarios los llamaban así; ellos se denominaban a sí mismos "comunidades laborales", y defendían intereses comunes de trabajadores y empresarios. Para los sindicatos obreros que se autodenominaban "sindicatos rojos", los miembros de las comunidades laborales eran esquiroles y traidores. De ahí que se los llamase "amarillos".